Esta semana las noticias nos informaron de un nuevo paso en la revolución sexual en este país. La presidenta Bachelet promulgo la ley de uniones civiles y esta entrara en vigencia dentro de 6 meses. Obviamente hay algunas diferencias entre uniones civiles y matrimonios pero finalmente en lo practico tienen dos elementos en común:
1) Otorgan un reconocimiento legal a estas relaciones.
2) Crean una instancia para que la población general celebre estas relaciones.
Obviamente en cuanto a estos dos resultados la que nos afecta más directamente es la segunda. Dentro de seis meses muchos tendrán amigos y familiares contrayendo estas uniones civiles con parejas del mismo sexo y lo más probable es que recibirás la invitación de ser parte de esa celebración. En preparación a esa realidad creo que hay unos puntos importantes en las que debemos reflexionar como cristianos.
Dios nos llama a amar a todas las personas.
Quizás parece un poco obvio este primer punto pero no podemos empezar a hablar de un tema que involucra nuestro relacionamiento con otras personas sin mencionar este principio fundamental que encontramos en la Biblia. Jesús deja muy claro que sus seguidores deben amar a su prójimo y eso incluye a persones las cuales no tenemos una afinidad natural tal como el ejemplo de un samaritano prestando ayuda a un judío que había sido atacado por ladrones en el camino que nos presenta el evangelio de Lucas.[i]Incluso somos llamados a amar a nuestros enemigos y aquellos quienes nos hacen mal.[ii]Entonces cualquier decisión basado en este tipo de odio o falta de amor hacia nuestro prójimo no es apropiado para un seguidor de Cristo.
No podemos separar el amor de la corrección Bíblica
Hay mucha confusión en cuanto al significado de amor en la cultura moderna e incluso entre cristianos. Bíblicamente amor no significa simplemente ceder a las demandas de otra persona. Jesús claramente no lo hizo. Somos llamados a un amor más robusto y consecuente. Jesús muchas veces nos mandó a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.[iii]Lo que muchos no entienden es que Jesús está citando al Antiguo Testamento, específicamente el libro de Leviticos (el mismo libro que presenta las leyes contra los actos homosexuales) y en el contexto ese pasaje nos enseña que significa realmente amar a nuestro prójimo:
…“Reprende a tu prójimo cuando debas reprenderlo. No te hagas cómplice de su pecado… Ama a tu prójimo, que es como tú mismo. Yo soy el Señor.[iv]
Entonces vemos que ese mismo amor que tenemos por nuestro prójimo no solo nos impulsa a de una manera agradable sino muchas veces significa confrontar a nuestro hermano cuando va por mal camino o no apoyar una mala decisión. Este tipo de amor nace de un deseo de ver un cambio en la persona y no ser participe en algo que lo lleva a la destrucción.
No podemos separar la celebración de la aprobación
Este es algo que muchos consideran y es el eje central cuando hablamos explícitamente de si es apropiado que un cristiano sea parte de un matrimonio homosexual o unión civil. ¿Cuál es la diferencia de por ejemplo ir a cenar a la casa de una pareja homosexual e ir a un matrimonio? La respuesta la encontramos al considerar la naturaleza básica de la ceremonia.
El matrimonio es un acto solemne que requiere la presencia de testigos. Por eso cuando una pareja va a registro civil se requiere la firma de dos otras personas. La idea es que no se puede contraer matrimonio sin la presencia de por lo menos dos testigos. La ceremonia no solo involucra la pareja sino la participación y aprobación de los presentes. Por eso la clásica frase que encontramos en matrimonios cristianos: “Si alguien tiene alguna razón para oponerse a esta unión que habla ahora o calle para siempre.”Hay una responsabilidad que uno asume cuando es participe de un matrimonio, de 1) mostrar aprobación por la unión 2) no ocultar información de las personas dando ese paso tan importante 3) En el futuro recordarles a la pareja de ese pacto que hicieron en presencia de testigos. Uno claramente como cristiano no puede ser partícipe de ese proceso en el caso de parejas del mismo sexo o cualquier otra unión que vaya en contra de la voluntad de Dios expresada en las Escrituras.
Esto no solamente aplica a la ceremonia civil o religiosa sino también a la celebración que viene después. Como podemos celebrar con esas personas algo que no debe ser celebrado. ¿Cómo podemos (incluso por una tarde) llamar lo malo bueno y lo bueno malo?
Conclusión
Nadie puede negar que el mundo está cambiando. Ese cambio no siempre es bueno pero es una realidad. Al enfrentar esa nueva realidad debemos pensar cuidadosamente como cristianos. Nuestra prioridad siempre debe ser fidelidad a nuestro Señor quien pago un alto precio en la cruz para darnos vida. Muchas veces eso significa ser fiel en cosas que parecen pequeñas. No arrodillarse ante la estatua de oro aunque todos lo están haciendo. No quemar un poco en incienso ante la estatua el emperador aunque sabemos que esa decisión nos puede costar la vida. En estos tiempos para muchos esa decisión les ha costado su negocio como algunos fotógrafos y floristas en los Estados Unidos. Lo importante es ser claros en nuestras convicciones sin dejar de mostrar el amor de Cristo hacia estas personas.
Pues para esto los llamó Dios, ya que Cristo sufrió por ustedes, dándoles un ejemplo para que sigan sus pasos. Cristo no cometió ningún pecado ni engañó jamás a nadie. Cuando lo insultaban, no contestaba con insultos; cuando lo hacían sufrir, no amenazaba, sino que se encomendaba a Dios, que juzga con rectitud.
(1Pe 2:21-23 DHH)
Espero que como seguidores de Cristo podamos manifestar esta misma actitud que vemos en nuestro Señores y aquellos fieles que esperan su venida.
[iii] Mat_19:19, Mat_22:39, Mar_12:31, Luk_10:27
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